A los 200.000 mil guatemaltecos y guatemaltecas desaparecidas y fusiladas.
Tenía quince cuando tres.
Ella se fue cuando yo no existía.
Así es que no vi su recuerdo de ella.
Cuando ya no estaba recién llegué yo.
Los árboles se acuerdan que era otoño
por las hojas sobre su pecho.
El pecho se acuerda del colgante
por la cadenita en su mano.
La mano se acuerda del regalo
por las marcas en sus dedos.
Los dedos se acuerdan del espanto
por la cara tapada por ellos.
El recuerdo quedó bajo tierra ese día.
Ella rodeada de los compas
como en una fiesta o asamblea.
Pero nadie reía ni estaba serio.
Apenas se habrán mirado para decirse adiós.
Hay un brazo que quedó suelto
bajo la nuca de mi hermana.
Entonces creo que había un su novio entre ellos,
Que ella me lo estaba por contar
justo cuando me salvé
por todavía no existir
escondida detrás de una mata.
Ciudad de Guatemala
miércoles 8 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario